PURÉ DE PERA Y PATATA

Hoy he estado por partes de mi pueblo que hacía mucho que no recorría a pie.

Yendo en coche no es lo mismo, el coche es como una coraza, una burbuja que te aisla de todo.
Es curioso esto pero es asi, ¿verdad?. Vas andando, tienes prisa, llegas al coche, sólo con sentarte, tienes la sensación que llegarás a tiempo.
Te sientes indispuesta, llegas a tu coche, y tan sólo con sentarte, notas ese calorcillo y te parece que estás protegida de todo.

Vas en coche por las calles de siempre, cien mil veces transitadas y nada te llama la atención, vas inmersa en conducir.

Hoy fui a pie. Pasé por mi primera y antigua calle , la primera calle de la que tengo noción y aprendí su nombre al mismo tiempo que aprendí a hablar.

La calle Madrid, sigue siendo la misma, dirijo la mirada hacia el balcón donde vivía.


Ya no hay balcón, un acristalamiento cubre lo que fué mi balcón lleno de macetas que mi madre cuidaba.

El balcón era contiguo al dormitorio de mis padres, era grande , luminoso, orientado al este. Quizás ya no sea un dormitorio.

La calle está cubierta ya de edificios con más viviendas donde antes se hayaban solares vacíos , y que yo cruzaba bajo la mirada atenta de mi madre desde el balcón, hasta llegar a casa de mi abuela.

Ya no hay solares vacíos, ni tampoco existe la casa de mi abuela. En su lugar se erige un edificio de tres plantas.

Bajé la calle de mi abuela como otras tantas veces, entonces cogida de su mano, hasta llegar a un caserón que , vaya, aún existe.
Esa casa es donde vive una amiga de mi abuela , era, vivía...

La casa tiene una entrada amplia, como la de mi abuela, y una gran puerta ancha, por donde según me contaba ella, entraba el carro que antaño servía para transportar pescado y redes.

Me he asomado por una de sus ventanas, casi me he visto sentada en el suelo, sobre las baldosas de dibujos en forma de flor de lis, jugando, a no sé que... y con una oreja puesta en la conversación de mi abuela y su amiga.


El ama de la casa, con su pelo recogido en una trenza que rodeaba su cabeza, comía rollos de anís.

-¿ Quieres un rollito?

Esquivo la mirada y miro a mi abuela esperando la aprobación. -"No se pide comida ni se come cuando se va de visita", cosas de la educación de antes.

La cara de mi abuela se gira y me mira, asiente y acepto la rosquilla.

La recuerdo al detalle, su pelo largo canoso, recogido en un moño a la nuca, sus ropas de luto perenne.

Mi abuelo murió muy joven, 41 años, y ella guardó su juventud junto a su ropa de color para no sacarlas nunca más.

La casa está vacía, en la vivienda superior supongo que viven los herederos esperando que el mercado inmobiliario cambie y así poder sacarle bastante jugo.

Enfrente, la bodega, la de toda la vida, donde mi abuela me mandaba a por sifón ..." y de paso te compras caramelos, para ti".

- Yaya no voy más, "el cuc " le toca el culo a todas las niñas que van a su tienda, y su tienda está oscura, yaya , no me gusta como mira "el cuc" a las niñas.
- ¿ a ti te ha tocado?
- ¡¡Ni pensarlo!! y que se atreva...

La tienda del "Cuc" sigue ahí, no sé si este hombre sigue vivo o ha muerto, ni me importa. Nunca me gustó como miraba a las faldas cortas de las niñas.

Bajo en dirección al mercado central, busco huevos para una receta que tengo en mente, pero los quiero de color blanco, y no los encuentro.

¿ Os habéis fijado lo dificil que es encontrar huevos blancos? , en el mercado tampoco doy con ellos...

Definitivamente hoy siento que tenemos encima el otoño, tengo melancolía. Necesito algo calentito que me temple para la comida del medio día.

Ya lo tengo, un puré.

Puré de pera y patata





Ingredientes:


- dos peras de la modalidad conferencia

- dos puerros

- dos patatas

- caldo de verduras o de ave, como fué mi caso

- azafrán en hebra
- sal , pimienta rosa, aceite de oliva.





Rehogamos el puerro cortado en aros y agregamos los demás ingredientes.

Cocemos, trituramos y pasamos por un chino para que quede una crema fina.






Servimos con un poco de pimienta rosa molida, pimentón dulce y un chorrito de aceite de oliva.


Cogemos el cuenco con las dos manos y nos calentamos el cuerpo y el alma.




Espero que os guste

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